viernes, 12 de noviembre de 2021

EL SIGLO DEL ACOSO:

 

Crecí entre dos décadas donde el flirteo te lo encontrabas en cada paso que dabas, donde una sonrisa espontánea que se cruzaba con la tuya daba pie a un diálogo entre dos seres que se gustaban físicamente y estaba en la conversación directa a los ojos y movimientos corporales determinaba si se daba el romance o no.

 

Fui poeta, fui inconstante pero me consta que me acosté con el consentimiento de las mujeres con las que hubo mutuo deseo (Es más hasta las tengo a algunas como contacto del Facebook, con hijos y maridos que solventan la educación de sus hijos).

 

Por eso no me gustan estos tiempos, donde muchas resentidas, otras que reprimen su sexualidad u otras que quieren sus quince minutos de fama Warholiano) van de frente a la defensiva y prestas con su dedo acosador cualquier acto que en su mente ya predispuesta creen que es acoso y lo publican en las redes sociales donde el efecto rebote por parte de otros tan reprimidos (o peor doble caras, acosadores con piel de cordero) se unen al carga montón lapidario.

 

El acoso existe no se puede negar, pero quien da pie a que el agresor se manifieste, juega con fuego a sabiendas, hay casos inobjetables, pero hay otros donde le han seguido el juego y se les ha ido el control del mismo.

 

Entonces mi reflexión es que felizmente tuve una juventud donde lo único que valía era el llamado de piel para que nazca el romance (Ojo no relación) ya que siempre será cosa de dos.

 


 

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